¡Levántate del sofá!
Para los que siempre se proponen salir a correr y nunca pasan del tercer día
Si hay un deporte que jamás pasa de moda, que es capaz de enganchar a todo aquel que de verdad se propone practicarlo y en el que además el esfuerzo garantiza resultados, ese es, sin lugar a dudas, el running. Bueno para ponerse en forma, fácil para practicarlo y divertido para todo aquel que quiera ir poniéndose pequeños retos por delante.
Ahora bien, nadie corre 10 kilómetros de la noche a la mañana. No digamos ya una maratón... Como en cualquier otra disciplina, hay que ser consciente del nivel y las condiciones físicas de cada uno. La buena noticia es que iniciarse en el running es muy sencillo. ¡Solo hay que tener ganas y proponérselo de verdad! Como en tantas otras cosas, lo más importante es ser constante. Pero hay que tener cuidado para que el exceso de euforia no nos juegue una mala pasada los primeros días, y terminemos por abandonar a las primeras de cambio.
Por eso, los siguientes consejos están dirigidos a aquellas personas que, llevando una temporada sin poder hacer ejercicio, hayan decidido optar por salir a correr para ponerse en forma.
En primer lugar, hay que volver a acostumbrar el cuerpo al ejercicio. Activarlo poco a poco. Una buena forma de hacerlo durante los primeros días es combinar un ritmo de paseo normal (que servirá para recuperar los esfuerzos gastados) con instantes de trote suave, predominando en todo caso lo primero. Así que se trata de realizar tandas alternas de ambos. En función de cómo vaya reaccionando el cuerpo, las primeras sesiones se pueden alargar más o menos, aunque lo recomendable sería no exceder los 30 minutos de sesión.
Conforme las sensaciones vayan mejorando, manteniendo en la medida de lo posible los mismos minutos que hayamos dedicado al running esos primeros días, se introduce la primera variación en la rutina a partir de la tercera semana. Simplemente se trata de equilibrar la balanza entre el tiempo de andar y el de trotar. Por ejemplo, si salimos 20 minutos, al regresar a casa deberíamos haber pasado el mismo tiempo caminando que trotando (recordar que hay que hacer tandas de las dos cosas, no primero una y luego la otra). Por otro lado, conforme descienda el tiempo de recuperación después de trotar, se podrá ir incrementando ligeramente (unos 5 o 10 minutos más) la duración total de la sesión.
A partir de la quinta semana, en la que los progresos empezarán a ser evidentes, el siguiente paso es acortar progresivamente el tiempo de recuperación de esfuerzo entre trote y trote. La mecánica sigue siendo la misma en lo referente a aumentar los minutos de ejercicio. Conforme el organismo responda mejor, se aumenta el número de tandas.
Con este plan, hacia la séptima u octava semana llegará el momento de eliminar del plan de trabajo los minutos de caminar, dedicando todo el tiempo a trotar de forma continuada. Lógicamente, habrá que bajar de nuevo el tiempo de la sesión, puesto que el cuerpo debe adaptarse ahora a un esfuerzo más prolongado. El ritmo, por idéntico motivo, debe ser más suave, pero continuado. Una buena medida es tratar de completar trotando los mismos minutos de ejercicio que realizábamos la primera semana (entre 20 y 30 minutos).
Llegados a este punto, es cuestión de mantener la constancia. Poco a poco se podrá ir incrementando el ritmo y la duración del ejercicio. En poco tiempo, correr durante una hora, algo que doce semanas atrás parecía una locura, será ahora una realidad.
Pequeños trucos para no ‘quemarse’
Es mejor quedarse corto que pasarse. Como en la fábula de la tortuga y la liebre, lo importante es llegar. Pegarse una ‘panzada’ los dos primeros días llevará con toda seguridad a las agujetas. Estas a su vez llaman al desencanto. Y este, por último, solo acaba de una forma. Con tu culo de vuelta al sofá.
Dos o tres días por semana es suficiente. Si tu objetivo es desoxidar el cuerpo, no hace falta más. Sal a divertirte. Aprovecha el deporte para desconectar… y hasta donde llegues.
Una ducha fría, mano de santo. Realiza ejercicios de estiramiento antes y después para evitar lesiones y las ya mencionadas agujetas. Y si no eres friolero, el agua fría en las extremidades es mano de santo. ¡Aguanta un poco! Vale la pena.
¡Esas horas! Si tienes otro momento, evita las horas de más calor. Si no te queda más remedio, hidrátate bien y reduce el tiempo de ejercicio. Y, por favor: no salgas a correr después de haberte metido dos platos de paella de tu madre entre pecho y espalda.
El que tiene un amigo, tiene… un motivo más para correr. Los inicios del running son más llevaderos si se hacen en compañía. Si consigues convencer a un amigo para empezar juntos, no solo tendrás compañía. También será un motivo más para ‘obligarte’ a no abandonar.
fuente:depormeet
Motivación: V!!!!!!!!!!!!!!!!